Entrevistado por Marta D. Riezu

El libro gordo de Fupete
el ilustrador italiano expone en la galería Rojo® de Barcelona y trata cada letra como un dibujo más

“¡Acaban de llegar!” anuncia feliz David, uno de los responsables de la galería Rojo®, el espacio de arte del Eixample nacido a cobijo de la revista del mismo nombre. Abre nervioso la caja con el cúter, saca un libro, acaricia la tapa para limpiarlo, sonríe y se lo pasa al chico alto, rubio y con rizos a su izquierda, que lo coge como si fuera frágil. Éste no sabe muy bien qué decir, así que suelta un “Uaaaau” impresionado. Es su primer libro monográfico, que recoge íntegra la serie de cuadros que expone, Punkie totalista. Él se llama (…), pero le llaman Fupete desde no recuerda cuándo. Nació en Livorno en 1975, “y después he ido viviendo por toda Italia: Roma, Venecia, el norte, la Toscana. Ahora estamos en Barcelona, pero la semana que viene nos vamos a México. Por mi trabajo y por cómo soy, no sería bueno ver cada día lo mismo al levantarme”.
Se define como artista independiente, director de arte e ilustrador. También admite con los hombros resignados el apelativo outsider. Aunque haya hecho encargos para clientes como Nike, Smart, J&B, Breil o Adidas, tiene claros sus límites. “Parto del freelanceo. Acepto trabajos que me reportan un dinero para pagar el próximo alquiler, pero es básico mantenerse independiente. Quiero viajar y tener muchos hijos con Erika, mi pareja. ¡Y no hay más!”.
Camina ante los cuadros mientras responde a las preguntas, y se para un instante delante de cada uno, como saludándolos. Sus obras en tela – de colores vivos y en dos formatos, siendo su preferido el más pequeño, un cuadrado de un palmo – muestran personas marcianas, robots que se niegan a trabajar, animales inventados y letras que, unidas, no forman palabras.
Un nuevo lenguaje. Fupete no usa la grafía como equivalencia de un sonido oral; para él, son formas que, una a una, tienen entidad propia, personalidad. “Todo ocurrió porque dejé de fumar el verano pasado. Entonces vivía en medio de la nada, en la Toscana, y sólo trabajaba el campo y pintaba. Para distraer los nervios, empecé a escribir y a jugar con las letras. No lo había hecho antes, pero me gustó el resultado; reunía formas que me gustaban visualmente, y aparecían palabras que no existen, en una especie de idioma Fupete que es la mezcla de italiano, inglés y onomatopeyas. No quería utilizar la palabra en el cuadro como mensaje aleccionador o manifiesto. Quise que las letras se rebelasen y fuesen a la suya, una especie de escritura automática y libre”, explica.
La unión que hizo la fuerza. Desde que envió en 2002, “por probar suerte” varios trabajos a la revista Rojo® y le publicaron ocho páginas, la entente ha dado frutos, con exposiciones en Nueva York, San Francisco, Roma, Berlín, Madrid o Milán. Esta vez ha trabajado con ordenador, madera, ropa y rotuladores acrílicos gruesos, y deja notar en los detalles parte de su pasado como estudiante de ciencias naturales y electrónica. En 2001, ganó la primera edición del festival Flash OFFF y, desde entonces, su camino se desvió hacia el diseño gráfico.
Fupete mira con el rabillo del ojo el reloj; elegante, no se atreve a cortar la charla, pero aún debe colgar en la pared negra sus últimas obras, antes de que se abran las puertas de la exposición. En una esquina le espera su mochila, a rebosar, casi a punto para salir por la puerta e irse a vivir allá donde le llamen.

Source:

Público, Spain 2008

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